Duke lleg贸 al refugio con 8 meses en un estado de abandono total. Cuando lo acariciabamos nuestros dedos pod铆an contar todos y cada uno de sus huesos, por no hablar de sus ojos, donde pod铆amos pasarnos horas inmersos en ellos pues hablaban solos. Hoy poco o nada queda de aquel enclenque podenco. Duke por fin conoce lo que es un hogar y el pertenecer a una familia que derrocha amor por donde pasa. Nuestro patilargo, s茅 MUY feliz, te has llevado bun pedacito del coraz贸n de todos los que te conocimos.